Monday, September 10, 2007

Prólogo de Galletitas de Limón, por Víctor H. Palacios

“Lo profundo es escribir; ser leída es superficial”,anota Virginia Woolf en sus diarios. “Mientras meleen, estoy siempre con el corazón vacío; estimulada,pero no tan feliz como en soledad”, añade quien fuetambién una de los críticos literarios más leídos desu tiempo en Inglaterra. Y quién puede franquear laintimidad de un artista para entresacar los motivos ylos placeres de su oficio. Y qué escritor tendrá laimpudicia de confesar lo que tiembla bajo su propialucidez, que él en primer lugar ignora y que, sólo pormedio del lápiz o el teclado, se apacigua en unejercicio discontinuo y tenaz que es, al mismo tiempoque dolor tal vez, distraída dulzura de alumbrar unmundo, un código o simplemente una dimensión por laque al fin discurrir, por unos momentos siquiera,gratificado y misteriosamente poderoso. Vocaciones como las del pensador o el artista, sóloellas, contemplativas y absueltas del imperativo de laacción o la empresa, delimitan esta especie deduplicidad del yo, el a veces imposible balance entreel anhelo del espacio donde moran los otros y lascosas tangibles, y la preservación, la defensaenloquecida, de la propia mirada y la interioridad.Pocos humanos como el escritor de historias son, a lavez e intensamente, ensimismados individuos silentes ymultitud apiñada y sonora. Como insinuaba Pessoa, todoobservador es un extranjero. Pero, del mismo modo,nadie como el solitario puede llegar a comprender y aamar tanto al mundo, como concluía Hannah Arendt, enla conciencia de su propia vida. Todas las diatribas,elogios o reinvenciones no son sino diversas pruebasde su atención a lo circundante. La atención es, porsupuesto, el estado natural del interés y del afecto.La ficción, en cualquiera de sus niveles, es tambiénla relación del autor con lo que tiene en frente.Relación que es, en consecuencia, el curso de unasensibilidad, de la imposibilidad de ser indiferente.Josué Aguirre no podría serlo nunca, pues cuando noescribe toma fotografías interesantes, practica algode música o acomete con valor alguna iniciativacinematográfica. Su sensibilidad, sin embargo,cristaliza principalmente en esas unidades versátilesde la escritura que son los cuentos, y que no sóloaparecen como el producto, según sugiere el maestroVargas Llosa, del parto de un universo salido de lasentrañas para reemplazar o desplazar a otro, elpróximo y cotidiano, que insatisface y atormenta. Metemo que no son sólo demonios interiores los quereclaman la inmolación de las confidencias o lasfantasías de la literatura. También puede tratarse deángeles, quizá fugaces, de una ilusión o, incluso, dediosecillos aéreos como los que concibieron losgriegos para alentar, en este caso, el delicioso cultodel mero contar historias.Pienso que no se narra únicamente para que ALGO DURE,para que unos personajes y unos sucesos reales oimaginarios perduren en la memoria, que Borgesllamaría hospitalaria, de los lectores presentes yfuturos. Tampoco se hilvana un relato solamente paraque UNO MISMO DURE, en esa legítima y tan helénicaaspiración a la inmortalidad mundana que es el reversodel miedo a la muerte universal. Muchas veces secuenta una historia, creo, tan sólo para DURAR EN ELTIEMPO, es decir, como en la música, para enriquecerla mera duración de las horas que tenemos, situarnosen el vivo presente, la única realidad de quedisponemos y que, soberanamente, podemos hacer másllevadera y holgada por medio de una trama que notenga otro fin que precisamente estar en el tiempo,montados sobre él, trotando o al galope, de forma que,absortos en el movimiento, no sintamos las cargas delo pasado ni las presiones de lo por venir, sinoapenas las sensaciones de lo ligero, en su doblesentido de liviano y rápido, que son también lassensaciones de la libertad. Cabalgar, claro, se puede hacer de muchas maneras. Elvolumen que presento es sólo una muestra que el propioJosué Aguirre ha escogido de su amplia dedicaciónnarrativa, gran parte de ella publicada anteriormenteen las ediciones periódicas de Magenta, el pujanteboletín literario que nació en las aulas de unauniversidad piurana y que él, con tanta fe y ahínco,ha contribuido a fundar y mantener. Una muestracircunscrita, en su temática, fuera del génerofantástico, sin que ello suponga el rígido encuadredel realismo. Sin duda, los hechos que aquí elnarrador ha imaginado provienen, de un modo u otro, dela realidad, inclusive de la realidad espacial y algotemporalmente distante para el joven narrador como elcontexto de los años del terrorismo en el Perú, en“Los mandos de rojo”, en mi opinión el relato máslogrado y en el cual descuella Minerva, el personajefemenino de insinuante nombre que es el más complejo yconmovedor de los humanos que pueblan éstas y todaslas páginas que Aguirre haya publicado hasta ahora. Enunos textos, como “¡Ajj!” y “Cábalas”, puede seguirse,sin desmayo, el río caudaloso de un monólogo; enotros, “Sobre personas buenas”, “Mijail Carranza,periodista” y “Chalet”, la versión de testigo o eltono impersonal de tercera persona de la variableconfrontación entre el escritor y la sociedad, quenace en la confrontación del artista con su propiavida. Quizá en estas composiciones se delate en ciertamedida la personalidad del narrador. Aunque nadie sinoél podría asegurarlo.Cabalgar, asimismo, se puede hacer sin un destino,siguiendo el ritmo de una búsqueda a la que atemorizala quietud del encontrar; búsqueda a la que elirresistible encanto de estar en marcha ha hechoolvidar lo que abrió el camino que “se hace al andar”.Robert Louis Stevenson, a quien los samoanos de laisla polinesia donde pasó sus últimos años llamaronTusitala, «hombre que cuenta cuentos», consignó en unode sus ensayos la convicción que me permito atribuiral arte de Josué Aguirre: “más vale viajar esperanzadoque haber llegado”. GALETITAS DE LIMÓN, título deelocuente modestia, no ha terminado nada; por elcontrario, es sólo una pausa nocturna en una generosaposada ocasional para, al amanecer, volver a ensillarel caballo y de nuevo alejarse, como el auténticoescritor, inatrapable e indetenible, por los senderosdel mundo.

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